La policía que desató la Trama

¿Son policías o son matones?".
|

Primero vio cómo algunos de sus compañeros, uniformados, paraban en los bares y restaurantes y nadie les cobraba la cuenta. 


Luego se dio cuenta también de que a algunos les llegaban las preguntas antes del examen de las oposiciones. También cómo borraban expedientes, sacaban a traficantes del calabozo sin dejar rastro en los registros y cómo al hijo de un concejal del PP -quien iba al burdel en coche oficial-, le habían puesto en libertad por orden de su padre y que éste, encima, se había encarado con el policía que lo había detenido, sabiéndose impune. Pero un día la agente Sonia Vivas decidió dar un paso al frente y denunciar la corrupción de su comisaría de Palma de Mallorca. 


"Con la voz serena narré que un oficial llamado Nicolás nos llevaba a hacer redadas a clubes de alterne en los que después resultaba que conocía a las personas que acabábamos deteniendo por tráfico de drogas, algo que siempre me pareció inusual y extraño", relata Vivas en 'Cuando vinieron a por mí' (Península), el relato autobiográfico en el que cuenta cómo destapó una de las mayores tramas de corrupción de la historia de la Policía -"hay cacerías en Bostsuana de por medio", da a entender- y cómo sus propios compañeros la imputaron falsamente en un delito de maltrato a un detenido para desactivarla. De cómo sufrió mobbing en su puesto de trabajo por cumplir su deber, por ser mujer y lesbiana, y de cómo abandonó el cuerpo por las presiones para acabar dando el salto a la política como concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI en el Ayuntamiento de Palma. La noche balear da mucho de sí y en la trama destapada por Vivas hay pistolas 'viudas' -las que no tienen guía ni papeles porque pertenecen al mercado negro-, hay prostitución, hay policías que dan el cambiazo de cocaína por sal y se quedan con 'el material', hay mordidas en la construcción de apartamentos en segunda línea de mar, hay policías que trabajaban por las noches como puertas de los prostíbulos más conocidos de la isla, hay fiscales y jueces untados, hay periodistas que amenazan a cargos policiales y al tal Gijón por un asunto de obras, y hay empresarios de la noche que manejan las fuerzas del orden como si fuera su cortijo. "Hay denunciantes a los que han intentado tirar del coche en carretera. A otro le sacaron la pistola. Yo he tenido que tener mi casa con cámaras porque estaba amenazada de muerte. Yo sólo sé que he hecho lo correcto. Lo único que me da pena es que cuando nos reunimos todos los que hemos denunciado nos veo a todos más mayores. Y aquí seguimos", lamenta Vivas en esta entrevista con El Confidencial.


048df943d66dc9bf4db3de5a442b8e06


Sonia Vivas en una fotografía promocional


Después de denunciar los hechos, ella y el resto de denunciantes se convirtieron en unos apestados dentro de su unidad. El acoso empezó con invenciones de otros agentes sobre palabras no dichas en situaciones jamás ocurridas. Hasta que un día se despertó con su cara impresa en la portada de los medios locales, bajo una acusación que la señalaba como autora de una paliza a un detenido. Entró en un programa de testigo protegido y finalmente el juez probó que se trataba de una denuncia falsa", explica. "Yo tenía intención de seguir trabajando en mi misma unidad después de denunciar las irregularidades que había presenciado, hasta que me despierto una mañana y estos salvajes se habían intentado vengar con una denuncia falsa, con un montaje policial. Después de que se resolviese la denuncia falsa, tuve muy claro de que sus amigos y compañeros me podían parar en una rotonda y acusarme de llevar en el coche cualquier cosa. O dentro de mi taquilla. ¿Cómo vuelves a una institución que ha sido capaz de hacerles una fiesta la semana pasada dentro del cuartel de despedida antes de que entraran a la cárcel? Uno de ellos, además, condenado por torturas a un detenido. ¿Son policías o son matones?".


"España es un país construido sobre una cloaca, aunque no me gusta el término", sentencia. "Se ha construido sobre ideas del régimen llevadas a una democracia falsa que intenta abrirse camino. Es normal ver a compañeros policías pasarse a tomar un café gratis o hacer ronda delante de negocios y cobrar mordidas… No estamos tan lejos de América Latina en algunas cuestiones. Una vez estaba comiendo en un restaurante y vino el dueño, que me había visto en la tele después de denunciar el caso, y se me acercó a decirme que a ellos los policías le pedían mil euros. Me describieron a los agentes y yo sabía a quién se refería. ¿Tú crees que el chico me estaba mintiendo? ¿Tú crees que los ciento y pico testigos se lo estaban inventando porque le tienen manía a la Policía? Hay audios de policías pidiendo dinero, y si le decían que no tenían dinero, le pedían que dejase a meter a dos personas en su negocio para vender droga. Es que es muy fuerte. ¡Eso está grabado! De un cuartel, cien policías imputados y cuarenta en la cárcel".


¿Recuerdan aquella noticia relacionada con el Caso Cursach en la que la Policía Nacional se personó en la redacción del 'Diario de Mallorca' y de Europa Press y requisó los móviles y los ordenadores de dos periodistas? "Era para desmontar esta causa. En el teléfono lo que andaban buscando era la filtración para cargarse la instrucción del juez y el fiscal. Olía todo a cacería de elefantes en Botsuana". Para llevar muchos de estos delitos frente a la Justicia el peaje pasa muchas veces por inmolar la carrera del denunciante. Y también critica el machismo imperante dentro del organismo. 


"El perfil de las mujeres policía no suele ser vocacional. Muy pocas veces sucede. Normalmente las compañeras buscan un trabajo estable. Están más profesionalizadas ellas y suelen entrar con carreras. Por la sociedad, por el rol patriarcal, por la cuestión de la fuerza es un trabajo que invita menos a las mujeres. También se percibe como un espacio poco amable para las mujeres, ni son espacios gay-friendly, que es algo que es un secreto a voces. La serie de ‘Antidisturbios’ hizo un montón de concesiones en este sentido -mostraba las taquillas con pegatinas a favor de los derechos LGTBI-, pero eso es mentira, eso no ha existido nunca. JUPOL, que es un sindicato que tiene vínculos más que palpables con la ultraderecha, dijo en redes sociales que era una mierda. No hay más que ver que tienen que ir a dar clase a los compañeros sobre cómo tratar al colectivo LGTBI. En seguida dicen que no hay que generalizar, pero cuando lo dicen intentan tapar a la mayoría de la gente, que piensa así y que lo dicen o que se ríen cuando lo dicen".


Y aquí, el meollo de la cuestión. Aunque los responsables se encarguen de desmentirlo, aunque los sindicatos más moderados insistan en la modernización de la instutución, cada cierto tiempo salen a la luz informaciones que remiten a tiempos más oscuros. Como la noticia sobre un grupo de Facebook compuesto por alrededor de 15.000 miembros de los cuerpos de seguridad del Estado en el que se insultaba y amenazaba a Pablo Iglesias. "Las policías del mundo, en general, tienen un problema con el ejercicio del poder. Las hay más democráticas, las hay menos democráticas; vemos cómo trabajan las cargas en Alemania -que no suele ser habitual-, o cómo en Inglaterra no son funcionarios, sino que están contratados y no todos llevan pistola, o cómo en Irlanda están a la cabeza en la protección de los derechos humanos y programas formativos muy buenos. En Alemania se han dado cuenta del problema que tienen con la Policía y la ultraderecha, salvo que allí han dado el do de pecho y han hecho una limpieza. 


Aquí los ocultamos y se les tiene que aguantar las barbaridades. Al final lo que hacen es pervertir la institución y hacer que la ciudadanía desconfíe de sus fuerzas y cuerpos de seguridad. Es una profesión de ayuda, pero hay una cara B. A mí me molestaba cuando me lo decían, pero es así. Pero también pasa en la judicatura, donde se perpetúan familias que formaron parte del régimen y por eso son organismos muy conservadores". Según ella, todo el trabajo de la gente buena, de la gente honesta dentro de la Policía, se ve continuamente entorpecido por unas estructuras arcaicas. "¿Por qué la izquierda no reivindica a esos policías o guardiaciviles demócratas que se opusieron al golpe de Estado? ¿Por qué Margarita Robles, socialista, echa a un militar por firmar un manifiesto antifranquista? 


Ha sido ahora. Margarita Robles. Socialista. Habla de democracia y se queda tan ancha". Vivas se sorprende de que su caso no haya trascendido más allá de los periódicos locales, que la mayor trama de corrupción policial en España no haya hecho las portadas de los principales medios nacionales. Culpa a la insularidad, pero también a que el lodo llega demasiado arriba. "Hay cosas que he omitido en el libro porque no he querido centrarlo en el tema de la corrupción. 


Tengo un compañero al que le abordaron unos tipos en una rotonda con una moto, se pusieron en paralelo y lo encañonaron, y el compañero mientras conducía desenfundó y si no metió diez agujeros al coche no metió ninguno. Yo le decía: ¡Nos van a matar!". La ex policía tiene muy presente la figura de otra mujer, Ana Garrido, la funcionaria del PP de Boadilla que destapó la Gürtel y a la que hicieron la vida imposible, sin poder encontrar trabajo y acosada por sus compañeros y sus superiores. "A la sociedad española le falta una gran labor pedagógica para reaccionar a la corrupción, porque hoy no se penaliza", reivindica. "Falta mucha mucha educación y sobra impunidad".


Fuente el Confidencial