La dicotomía de amar a los animales.....

Y digo yo...
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En esta editorial exploraremos la dicotomía de amar a los animales en un zoológico y cómo la inteligencia artificial puede ayudar a comprender su comportamiento. Sin embargo, también abordaremos el debate sobre el sufrimiento que estos experimentan en un entorno cerrado que no brinda las condiciones adecuadas para su bienestar.


Los zoológicos han sido tradicionalmente considerados por una inmensa mayoría como lugares para apreciar y aprender sobre la diversidad animal. Sin embargo, en los últimos años ha surgido un debate acerca de si estos establecimientos son realmente beneficiosos para los animales.


La inteligencia artificial y el estudio del comportamiento animal:


La inteligencia artificial puede desempeñar un papel crucial en la comprensión de los animales en un entorno natural e incluso zoológico. Mediante el uso de tecnología avanzada, como cámaras de vigilancia y algoritmos de aprendizaje automático, es posible analizar el comportamiento de los animales y obtener información sobre sus necesidades, preferencias y comportamientos naturales.


El sufrimiento en un entorno cerrado:


A pesar de los avances en la comprensión de los animales, persiste la preocupación por el sufrimiento que experimentan en un entorno zoológico. Las limitaciones físicas, la falta de estimulación adecuada y la pérdida de su hábitat natural pueden llevar a un mayor estrés y problemas de salud en los animales cautivos.


El debate sobre los zoológicos ha llevado al surgimiento de alternativas como los santuarios de vida silvestre, como el que está desarrollando la APPLETON PRIVATE UNIVERSITY y los programas de conservación in situ. Estas iniciativas buscan proporcionar un entorno más cercano al hábitat natural de los animales, promoviendo su bienestar y educando a los visitantes sobre su importancia.


La dicotomía de amar a los animales nos plantea una serie de interrogantes éticas y prácticas, porque eso se refleja en nuestra convivencia en el día a día, con quiénes ya no son mascotas, sino más bien familia.


La evolución de los animales domésticos ha sido un proceso fascinante y complejo que ha ocurrido a lo largo de miles de años. A través de la selección artificial, los seres humanos han intervenido activamente en la crianza y reproducción de ciertas especies, en busca de aquellas características que mejor se adapten a sus necesidades y deseos.


Los animales domésticos, nuestros familiares de cuatro patas, y de dos también,  han experimentado una serie de cambios genéticos y comportamentales que les han permitido adaptarse a los entornos en los que conviven con los humanos. Estos cambios incluyen desde características físicas, como manto de pelo, tamaño y forma del cuerpo, hasta comportamientos que les facilitan la coexistencia con los humanos.


Una de las principales adaptaciones  es su capacidad para empatizar y asimilar los comportamientos humanos. A través del proceso de domesticación, los seres humanos han criado selectivamente animales que muestran una mayor inclinación y habilidad para comunicarse y comprender las señales humanas. Esto se puede observar en animales como los perros, que han desarrollado una notable capacidad para interpretar el lenguaje corporal y las expresiones faciales.


La capacidad de empatizar y asimilar los comportamientos humanos en los animales domésticos también ha sido favorecida por su crianza en entornos cercanos al hombre. La convivencia diaria con las personas les ha permitido aprender y adaptarse a nuestras costumbres y rutinas. Por ejemplo, muchos perros han aprendido a realizar tareas específicas, como abrir puertas o llevar objetos, en respuesta a las necesidades y peticiones de sus dueños.


Sin embargo, es importante tener en cuenta que, si bien los animales domésticos han desarrollado cierta capacidad de empatizar y asimilar comportamientos humanos, esto no significa que se hayan equiparado completamente a los mismos. Aunque son capaces de entender y responder a ciertas señales y emociones, todavía existen diferencias importantes en términos de capacidad cognitiva y conciencia, por lo que no se debería HUMANIZAR AL ANIMAL.


La relación entre los seres humanos y los animales es compleja y está en constante evolución. En ocasiones, se ha observado una tendencia a humanizar a los animales, es decir, atribuirles características y comportamientos propios de los seres humanos. Sin embargo, esta práctica plantea una serie de interrogantes acerca de si realmente estamos beneficiando a los mismos o si, por el contrario, estamos destruyendo su propia esencia y alterando su realidad cognitiva.


1. La esencia animal: 


Los animales tienen su propia esencia, que es intrínseca a su especie y a su forma de vida. La humanización puede llevar a una pérdida de esta esencia, ya que les estamos imponiendo características que no les son propias. Cada especie tiene sus propias características, comportamientos y necesidades biológicas, que deben ser respetados para preservar su bienestar y equilibrio.


2. La realidad cognitiva animal: 


Otro aspecto importante a considerar es la realidad cognitiva de los animales. Cada especie posee su propio sistema cognitivo y capacidad de procesamiento de información. Al intentar humanizar a los animales, podemos estar limitando su desarrollo cognitivo, al no permitirles desarrollar sus habilidades y capacidades naturales.


3. El bienestar animal: 


Al humanizar a los animales, también corremos el riesgo de afectar su bienestar. Al tratar de hacer que los animales se asemejen a los seres humanos, podemos someterlos a situaciones que no son naturales para ellos y que pueden generarles estrés, ansiedad o incluso enfermedades. Es fundamental respetar las necesidades y comportamientos naturales de los animales para garantizar su bienestar y calidad de vida.


4. La importancia de la conservación de las especies: 


Al humanizar a los animales, también corremos el riesgo de perder de vista la importancia de conservar las especies y su hábitat natural. Al atribuirles características humanas, podemos pasar por alto la necesidad de preservar los ecosistemas y las especies en su estado natural, promoviendo su protección y conservación.


La humanización de los animales plantea dudas sobre su efecto en la esencia y la realidad cognitiva de las especies. Al atribuirles características y comportamientos humanos, podemos correr el riesgo de perder su identidad y su bienestar. Es importante recordar que los animales tienen necesidades específicas y comportamientos naturales que deben ser respetados. Promover la conservación y el bienestar animal implica comprender y valorar la esencia propia de cada especie, y permitirles vivir de acuerdo con su naturaleza.


JOSE M. M. CASTELO Ph.D


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